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martes, 6 de agosto de 2013

La Nature et la Pensée (II)

"Hay quien no camina nada; otros, lo hacen por carretera; unos pocos, atraviesan fincas. Las carreteras se han hecho para los caballos y los hombres de negocios. Yo viajo por ellas relativamente poco, porque no tengo prisa en llegar a ninguna venta, tienda, cuadra de alquiler o almacén al que lleven. Soy buen caballo de viaje, pero no por carretera. El paisajista, para indicar una carretera, usa figuras humanas. La mía no podría utilizarla. Yo me adentro en la Naturaleza, como lo hicieron los profetas y los poetas antiguos, Manu, Moisés, Homero, Chaucer."
"¿Qué sería de la vida humana sin bosques, sin esas ciudades naturales?"
 El bosque, el paisaje, nos dicen mucho más de lo que a simple vista podemos llegar a ver. El hombre de hoy, del siglo XXI se encuentra inmerso en la prisa, la fugacidad de las cosas y la inmediatez con la que vivimos cada día. Todo pasa ante nuestros ojos muy rápidamente; el día, la noche y siempre nos falta tiempo. Pasear no entra dentro de nuestros planes, de hecho, incluso a veces algo tan natural como es caminar lo convertimos en algo inusual, excepcional e incluso extraño. Pasear hoy es diferente, pocas veces lo realizamos en soledad; y es que el hombre de la gran ciudad tiende a escapar de ella, tiene miedo a enfrentarse consigo mismo, no se conoce, no sabe quién es. 
 La Naturaleza es el gran enigma del hombre, es aquella inmensidad que nunca podrá apropiarse, pero que, aun así mantiene una dura batalla por conquistarla, por sacar el máximo provecho de ella para beneficio propio, sin reparar en consecuencias, ni en daños. 
Thoreau nos muestra como existe otra forma de ver la Naturaleza y de vivirla, en pura consonancia con ella; nosotros solos ante nuestros pasos, ante el inmenso bosque o el fluido arroyo.
"Las fronteras no son el este o el oeste, el norte o el sur, sino allí donde el hombre se enfrenta a un hecho."
 Al igual que Thoreau la corriente artística llamada Land Art, surgida desde finales de los sesenta hasta la actualidad, comparte la idea y las reflexiones de que la naturaleza es un espacio hacia el cual volver la mirada y con el que establecer una nueva relación. El campo de estudio del Land Art es la propia naturaleza, el paisaje se convierte en acción y llega a ser un híbrido entre escultura y arquitectura. Su nuevo campo de estudio artístico es la montaña, el desierto, el frondoso bosque o incluso el propio cielo. Los autores pretenden manifestar un distanciamiento y desvincularse de la gran ciudad industrial capitalista, para dirigirse hacia un espacio poco habitado por el hombre. 
"Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente; enfrentar solo los hechos de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida... Para no darme cuenta, en el momento de morir, que no había vivido."
 En sus obras vemos la mínima intervención del propio artista, usando materiales que se encuentran en el entorno, aquellos ofrecidos por la naturaleza. Prima el concepto de lo efímero, de la acción; por lo que el tiempo se convierte en una condición básica.
 Muchas de las obras Land Art están concebidas para ser instantáneas, perecederas; como un espiral en el aire o unos dibujos en la arena. Lo importante no es la obra en sí, sino la acción y el discurso que nos lleva a esa idea.  
 Cada artista enfoca su proceso artístico de distinta forma, aunque comparten la idea de establecer una estrecha relación entre artista-obra-espectador. 
 Tanto Thoreau como el Land Art nos muestran una nueva conexión con la Naturaleza, una forma de conocerla y explorarla como nunca antes la habíamos vivido.
"Cuán vano es sentarse a escribir cuando aún no te has levantado para vivir."


lunes, 15 de julio de 2013

La Nature et la Pensée (I)

"La villa es el lugar al que llevan los caminos"
"La caminata de la que yo hablo no tiene nada que ver con hacer ejercicio, como suele decirse, sino que es la empresa y la aventura del día en sí (...)" 
"La mitad de la caminata consiste en volver sobre nuestros pasos. Tal vez deberíamos lanzarnos al más corto de los paseos con espíritu de imperecedera aventura, con idea de no regresar jamás, listos para enviar sólo el corazón embalsamado a nuestro desolado reino"
H. David Thoreau.

Hace unos días que leo y disfruto de Pasear, del autor Thoreau. En cada pequeña página hay mil y una sensaciones; de repente te encuentras caminando en el interior del corazón del frondoso bosque, todo él te rodea y se crea una nueva relación entre tu y la naturaleza. A Thoreau no le gustaba pasear por aquellos caminos realizados por el hombre, ya establecidos; sino atravesar y adentrarse en la espesura del mágico bosque en el que sus pensamientos cotidianos o matinales como él los llamaba, se quedan a un lado y de esta forma poder "volver a sus sentidos", porque como nos dice Thoreau "¿Para qué estoy en el bosque, si pienso en cosas que no tienen nada que ver con él?".
En el pasear es donde está el placer, no se debe pasear con un fin o una dirección, si no que sea la propia naturaleza la que te guíe, sin prisas y entregado totalmente al paisaje que vas recorriendo.
Podemos afirmar como Thoreau era un enamorado de la naturaleza en su estado casi virgen, donde el ser humano aun no había llegado a intervenir en ella. Paseaba  unas dos o tres horas diarias y cada día descubría un nuevo paisaje. No trataba de apoderarse de esa zona nueva descubierta, sino que simplemente se dedicaba a disfrutar de ese paseo y toda la sensación que el caminar le transmitía. 
"De momento por los alrededores, la mayor parte de la tierra no es propiedad privada; el paisaje no tiene dueño y el caminante disfruta de cierta libertad (...)" 
Tanto la política como la Iglesia, el Estado, la industria o el comercio, no tienen cavidad en el paisaje, no valen los instrumentos inventados por el ser humano para determinar la naturaleza; no existen leyes en el bosque. En el paisaje, el caminante se aleja de todo ello hacia la llamada naturaleza salvaje. Lo salvaje, lo virgen, esa era la joya que le deslumbraba.
"Para mí, la esperanza y el futuro no están en los jardines ni en los campos cultivados, si no en los pantanos inaccesibles y movedizos"
Quizás el concepto de bello no radica en la perfección de la naturaleza; no es un árbol más bello por tener una forma más esbelta y perfilada que uno en el que sus ramas han ido tomando distintos caminos dotándolo de una forma más amorfa e uniforme.
La naturaleza que ideamos como bella es la que el hombre ha actuado y manipulado, creando una nueva según sus principios de belleza. Pero es cierto que esta belleza tiene más de nosotros que de la propia naturaleza, es artificial. La verdadera belleza de la naturaleza es la que nos cuenta Thoreau, aquella que se encuentra en lo salvaje, en lo desagradable y bravío que el hombre no conoce o aparta como algo indomable y bárbaro.
"Allí está la naturaleza, la médula, de la naturaleza"
Dejemos que el paisaje se nos descubra, apartémonos de nuestros condicionantes y establezcamos una nueva relación con nuestro paseo.

Un verano para pasear.